A veces llueven noches de invierno
que invitan a veranear en la memoria.
A nadar en aquellos días líquidos
ingrávidos
que llenan las piscinas de nuestra niñez.
Y revives aquellos veranos insecto
mosquito y avispa
cortijo y marisma
siesta y calima.
Días de sandía roja y amarilla
de agua de pozo contra el calor
de feria de agosto y playa infinita.
Días de verano que aprendíamos a colorear de azul
de tiempo sin barandillas
en el que coleccionábamos pueblos,
kilómetros
carreteras
para abrazar a la familia.
A veces llueven noches de invierno
que invitan a pasear a la nostalgia.
A recorrer recuerdos que no entienden de distancias.